"Virgen
hasta el matrimonio" esa fue mi consigna desde los 16 años, doce años
después lo seguía siendo, hasta que me topé con Joaquín, no sé qué pasó por mi
mente aquella noche, pero no puedo decir que estaba ebria, además no sólo perdí
lo que me hacía diferente del montón de mis putas amigas, sino que además le
fui infiel a mi novio con el que llevaba cuatro años y pensaba, bueno aún
pienso, casarme. Desperté y me vi al espejo, en ese espejo de hotel de paso que
encontramos abierto cerca del barrio chino (ahora todas las ciudades
importantes de México lo tienen), había ido a tomar fotografías de una pasarela
algo inusual "la moda callejera", algo muy alternativo, las cosas que
le gustaban a Max para verano. Llegué a
las 4 en punto, pero las modelos todavía no estaban listas, así que di un paseo
y entré en mi faceta artística, tomé fotos de envolturas de dulces y de las
lámparas chinas, esas clásicas rojas redondillas y ahí fue cuando lo vi
recargado en el borde de la puerta de una tintorería con su cámara Nikon en las
manos, también estaba matando el tiempo, entonces me dijo: “eres fresa, usas
Canon”, me ofendí un poco, pues mis razones para la marca de mi cámara no
tenían nada que ver con “ser fresa”, así que inicié una discusión intensa con
él, tenía un buen argumento y me dejó callada más de una vez y yo volví a
iniciar la pelea. Entonces tuve que callarme una cuarta vez pues la pasarela
había iniciado y debía presentarme el lunes en el DF con las fotografías de la
revista, cuando terminó él se acercó a mí y susurró a mi oído: “Joaquín y
¿tú?”, le dije mi nombre y él me tomó de la mano, lo seguí, caminamos por las
calles del centro de Guadalajara, la ciudad donde crecí, pero ya no vivía,
menos en este trabajo, una revista de moda independiente, donde tratamos de
incluir a TODO el país, desde pueblos indígenas hasta las señoras de Polanco,
pasando por los emos, los indies y hispters. Es por ello que puedo pasar una
semana en Oaxaca y dos en Tijuana, pero mi casa fija está en Monterrey con mi
novio, y la oficina en la Ciudad de México y tengo que llegar cada dos semanas
a la junta de planeación, no es sencillo pero lo intentó, cuando me case podré
quedarme en casa, ya no tendré que viajar y dejaré de hacerme la fuerte, bueno
eso creo, por qué ¿ahora qué hago con mi culpa?
Joaquín
trabaja como freelance de moda y destinos, nuestros trabajos se parecen, pero
él es tan diferente a mí y puede tenerme embobada por horas, lo hizo en Guadalajara
cuando me hizo caminar junto a él mientras me explicaba detalles de la
iluminación y cómo era la mejor manera de fotografiar una pasarela callejera
para darle ese efecto de callejera, nos detuvimos en una esquina y me besó,
sentí como la pasión se encendía en mis muslos, en mi espalda y peor aún en mi
vientre, conocía la sensación y siempre la detenía, pero en esta ocasión no
quería hacerlo, no lo hice. Continuamos caminando de la mano y besándonos cada
que nos deteníamos, nos tomamos fotos el uno al otro en las sombras de la
calle, parecía que llevábamos años juntos, entonces nos encontramos en la
puerta de un viejo hotel de paso de la calle de Dolores, lo miré y lo supe,
quería entrar con él ahí, entramos de la mano y yo me olvidé de la pena, por
primera vez en mi vida, pedí una habitación, él sacó la cartera y pagó. Subimos
las escaleras aún tomados de la mano dimos un paso adentro del cuarto, aventé
mi zapatos y coloqué mis pies sobre los suyos lo besé como si la vida se me
fuera en ese instante, él desabotonó mi blusa y mi pantalón, yo le arranqué la
camisa, los botones salieron volando, pero a él no le preocupó mucho, me
recostó en la cama y me hizo suya; la sensación de esa primera vez tan pasional
fue maravillosa, entonces un recuerdo fugaz pasó por mi mente “Juan José”.
Cuando Joaquín se durmió yo estaba despierta viendo el techo de aquel lugar,
saqué mi celular pensando que le diría a mi novio, dónde le diría qué estaba,
por qué no había tomado el vuelo al DF, por qué no visité a mi mamá si estaba
en Jalisco, cómo lo explicaría, entonces todas las respuestas cayeron ante mí,
le diría que se retrasó el avión, que a Max se le ocurrió que me quedará un día
más para un reportaje, pensé en Max, ella debía cambiar mi vuelo, entonces le
llamé primero, le dije que la pasarela se había atrasado y que me había quedado
dormida, no le sorprendió, me pasa seguido, ella cambió mi vuelo para el día
siguiente, tenía un día más y yo seguía repasando qué le diría a Juan José
cuando llamara, no llamó esa madrugada, entonces me sentí aliviada, dormí dos
horas, me había pasado toda la madrugada paseando con Joaquín por las calles;
cuando perdí mi virginidad en esa cama de hotel estaba amaneciendo.
Cuando finalmente
me levanté observé mi reflejo en el espejo quería ver qué había cambiado, dicen
que se nota en la mirada y en los gestos, pero yo era la misma o al menos eso
creía porque en unas horas le mentiría a mi novio de dónde había estado la
noche anterior, le mentiría con el retraso de mi vuelo, le mentiría diciéndole
que me había quedado por órdenes de la redacción, y me preguntaba por qué con
Joaquín no me pude controlar y con Juan José sí pude, cada vez que lo intentó a
lo largo de cuatro años siempre lo detuve. Entonces recordé las palabras de
Mario, el mejor amigo de Max, “es que no te gusta tanto, un día te toparás con
uno que sí y perderás, las convicciones valen madre cuando la pasión manda”,
que maldita razón tenía.
Entonces
Joaquín despertó y me vio ahí de pie con las dudas a flor de piel, me dijo
“piensas que soy el más equivocado y quieres salir corriendo, ¿no es así?”,
tenía razón no lo conocía, quería salir corriendo, regresar el maldito tiempo,
porque yo tenía un plan perfecto, hacer el amor con Juan José la noche de
bodas, no con un desconocido con el que me entendí en dos palabras una noche de
verano. Pensé en irme de ahí ya había amanecido, era un hotel de paso podría
vestirme y huir, mientras me vestía y recogía mi maleta con la cámara, Joaquín
hizo lo mismo se apresuró y me llevó a desayunar, sabía que quería irme,
despedirme de él y no volver, pero las piernas me lo impedían, mi cuerpo no
respondía y no me salían las palabras para decirle “un gusto, nos vemos
después”. No quería pensar en la noche anterior, deseaba que mi mente lo
borrara, no había pasado, pero entonces recordé que debía volver al hotel donde
me hospedaba, porque había que arreglar lo de una noche más, hacer mi maleta y
volver a casa con mi futuro esposo, pero no podía deshacerme de Joaquín me
entendía, no necesitábamos hablar mucho para saber, entonces sonó mi teléfono a
la hora de la comida, era Juan José para preguntarme a qué hora había regresado
a casa, ahí comenzó la mentira le dije de mi retraso por culpa de las ideas de
Max, pero que no se preocupara mañana estaría en casa. Cayó de nuevo el
atardecer y yo seguía con Joaquín, esa noche la pasamos en mi hotel, me dijo que
me amaba, que no me fuera, 24 horas y ya me amaba, yo sentía una explosión
dentro de mí, la ignoré lo más que pude, yo le debía mi corazón a otro hombre.
En esta ocasión sonó mi celular a las 4 de la mañana, mi vuelo partía a las 7;
me vestí en silencio, recogí mis cosas, me fui sin decir adiós, sin una nota o
una explicación, quizá dejé pasar el momento con mi alma gemela, pero no podré
decir que no lo conocí. Después de pasar un par de horas en la redacción, tomé
el vuelo a Monterrey, volví a casa y me quedé sola con mi culpa, entonces me
bañé y dormí mis desvelos, desperté media hora antes de que volviera Juan José,
entonces abrí el cajón de mi ropa interior y me puse el conjunto negro, ese que
siempre dije que usaría en la luna de miel, hoy era el momento pues lo había
elegido a él sobre de aquel hombre que me impactó en unas horas, en cuanto
entró por la puerta lo besé e hicimos el amor, entonces entendí esa frase que
dicen los maridos despechados “una mujer infiel regresa a la cama de su marido
y lo satisface como nunca lo ha hecho para que no la coma la culpa”, esa era
yo, con la mitad de mi alma en un hotel de paso; y recordé lo que decía a mis
amigas “yo siempre creí que las putas son más felices”.